miércoles, 17 de marzo de 2010

Invierno

El frío rodea tu corazón, por las venas corre escarcha, la sangre rojiza y tibia cae al suelo sellando la nieve que se amontona a tus pies, dejando un camino de dolor, angustia, nostalgia…

La brecha abierta en aquel débil músculo que te mantiene con vida está congelándose, cubriéndose con finas láminas transparentes de hielo, que no se derrite porque tu corazón se ha enfriado.

Ha perdido la llama que le resguardaba del dolor, el fuego se ha ido extinguiendo y ahora un fino hilo de humo señala que la llama ha desaparecido, ha dejado que el hielo la congelase y la destruyese sin piedad.

Pero en el horizonte los rayos del Sol salen tímidos, acariciando al músculo que bombea como ausente, sumergido en sus propios llantos, y poco a poco lo despiertan de su letargo, taladrando al principio de forma disimulada la coraza de hielo que lo rodea y luego entrando con fuerza e iluminando todo lo que encuentra a su paso.

Y el amor se asienta en lo que ha dejado de ser un corazón helado.

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